Los sacerdotes de la diosa Cibeles utilizaban un burro para transportar sus pertenencias mientras pedían limosna. Cuando el burro murió por el exceso de trabajo y los golpes, los sacerdotes usaron su piel para fabricar panderetas. Al ser cuestionados sobre el destino del animal, respondieron con ironía que, aunque el burro esperaba descansar tras la muerte, seguía siendo golpeado a través de los instrumentos.