Un hombre captura una grajilla y le ata una pata con un cordel para dársela a sus hijos. La grajilla, incapaz de soportar vivir en cautiverio, escapa al primer descuido. Sin embargo, al regresar a su nido, el cordel se enreda en las ramas, impidiéndole volar y condenándola a morir. En sus últimos momentos, la grajilla lamenta su decisión, reconociendo que su deseo de libertad la llevó a su propia perdición.