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 EL LEÓN, EL ZORRO Y EL MONO EN LA CENA

EL LEÓN, EL ZORRO Y EL MONO EN LA CENA

Resumen

Un león, deseoso de emular la vida civilizada humana, organiza banquetes en su guarida para las bestias más distinguidas de la montaña. Un zorro es su amigo cercano, mientras un mono anciano sirve como repartidor de comida. Cuando llegan invitados nuevos, el mono les da la mejor porción, dejando al zorro con sobras. El zorro, astuto, calla su disgusto hasta que un día expresa su preocupación al león, advirtiendo que, si la situación continúa, no tendrá ni siquiera sobras. El león, divertido, culpa al mono por la distribución injusta.

Texto

Había una vez un león que deseaba imitar la mejor forma de vida de la sociedad humana. Hizo su hogar en una espaciosa cueva y trató de mostrar genuina amabilidad con todos aquellos a quienes consideraba las bestias más distinguidas de la montaña. Su cueva solía albergar a una gran multitud de estos animales, que se reunían en compañía y se trataban con cortesía.
El león los recibía y entretenía siguiendo las reglas de la hospitalidad, sirviendo a cada invitado su plato favorito, preparado con ingredientes que sabía les agradarían. Entre ellos vivía un zorro, amigo y compañero del león, y ambos eran muy felices juntos.
Mientras tanto, un mono anciano actuaba como trinchador en los banquetes, repartiendo las porciones de carne entre los invitados del león. Cuando llegaba un invitado que no era parte del grupo habitual, el mono le servía la misma porción que a su amo, es decir, la presa que el león había cazado recientemente.
En esas ocasiones, el zorro recibía las sobras del día anterior, y menos de su porción acostumbrada. Un día, el león notó que el zorro se negaba rotundamente a hablar y que no probaba la carne servida en la cena.
El león le preguntó qué le ocurría. "Mi sabio zorro", dijo el león, "¡háblame como solías hacerlo! Anímate y únete al banquete, querido amigo".
Pero el zorro respondió: "Oh león, el mejor entre todas las bestias, mi corazón está afligido y muy preocupado. No es solo la situación presente lo que me angustia; también me entristecen cosas que veo que están por venir. Si cada día llega un nuevo invitado, uno tras otro, esto se convertirá en costumbre y pronto ni siquiera tendré sobras para cenar".
El león se sintió divertido y sonrió con una sonrisa de león. "Echa la culpa al mono por todo eso", dijo. "Es su culpa, no la mía".